Infiel
Que mejor manera de apagar el fuego que con fuego?Este calor que hemos pasado en Canarias aun esta encendido...
Nadie mejor para hacer que tu imaginacion vuele libremente que nuestra amiga,Magela Gracia.
Empapate...de sus palabras!!
INFIEL
La pregunta que nunca debí hacerte…
- ¿Dónde se deja de ser fiel?
Y la respuesta que nunca debiste darme…
- Probemos…
Bajar la cremallera de mi vestido negro dándote la espalda, mostrando
la piel del hombro, sacando una manga. Terminar de bajarla sabiendo que
tus ojos acompañan mis dedos en el proceso. Pensé, y dije después, que
desnudarme delante de ti no era ser infiel… Y tú, cómplice, no dijiste
nada.
Sacar el otro brazo y dejar caer el vestido a mis pies,
para mostrarte la lencería que en mi intimidad para ti había comprado,
fantaseando con algún día poder mostrarte. Negras braguitas de topitos
blancos, sujetador a juego con el escote engalanado en encaje
desdibujando la línea de los pechos abultados. Separar las piernas para
que las braguitas se hundan en mi raja y quede la mayor porción de nalga
expuesta a tus ojos malditos. Inclinarme para mejorar mis vistas, y
para verte devorarme a su vez…
Que te abras la bragueta en dos movimientos puede que tampoco sea ser infiel…
Y ver tu polla tiesa entre tus dedos supongo que tampoco. Esbelta,
tersa, con el capullo rosado hinchado y babeante. Puede que saber que si
no hubiera un anillo en mi mano esa verga estaría ahora recorriendo mis
entrañas calientes sea aun más endemoniadamente excitante. Ojalá las
ataduras y los juramentos desaparecieran tan convenientemente como se
puede esconder por unas horas un anillo… ¡Qué digo unas horas, unos
simples minutos! No me hace falta más para saciar la sed que me
atormenta la garganta que unos simples y maravillosos minutos, entregada
a los placeres de tu carne traviesa.
Puede que tampoco sea considerado infidelidad apartar un poco las bragas para enseñarte mi coñito rasurado y mojado…
Y al hacerlo comprendo que el hecho de que te masturbes mirando como
muevo la tela negra sobre mi entrepierna estimulando mis zonas nobles no
puede ser tan malo… ¡Cómo va a ser malo si me está gustando tanto! Eso
no es ser infiel, es disfrutar de mi imaginación mientras hay otra
persona que hace lo mismo con la suya. Ahora me la estás metiendo
fuerte… lo sé, lo intuyo…la siento menearse en mi interior como si en
verdad lo hiciera. Deliciosa plenitud contra la que apretarse mientras
me torturo el clítoris con la yema de los dedos a través de la tela de
las braguitas elegidas.
No, definitivamente verte masturbar no puede considerarse serle infiel a mi marido… no te estoy tocando…
Ver cómo te la machacas con la mano cerrada contra la carne dura es lo
más excitante que he hecho en años. Brindarme tú tu imagen empalmada
mientras te muerdes los labios y me clavas tus ojos en las nalgas como
harían tus dedos si te estuviera permitido… ¡Maldita moralidad la tuya!
Horrible sensación de impotencia al saber que si me acerco un poco
huirás con la polla tiesa metida entre las piernas a la carrera… O tal
vez no…
Invitarte a que entres… invitarte solo a tocarme.
Me acuesto en la cama y separo las piernas. El dormitorio de la casa de
tu amigo es tan impersonal como puede ser cualquier otro de un hombre
que solo lo usa para follar. Aun así la cama es cómoda y amplia. Una
pena que los dos seamos fieles a nuestras parejas… Aunque esté boca
abajo puedes ver mis dedos entrar y salir de mi coño, y escuchar el
chapoteo. De eso estoy segura, porque yo lo escucho y sé que se te sigue
endureciendo porque te veo a través del espejo que hay al lado de la
cama. Me miras tocarme, te miro yo hacerlo… Me excito con la idea de que
me poseas y me retuerzo entre las sábanas de la cama.
Te
enseño mi anillo de casada… juego con el oro mientras lo deslizo de mi
dedo y enmarco mi clítoris con él para hacerme sentir más atada a algo
que ahora mismo no comprendo. En anillo cae a la cama con el juego, y tú
lo observas entre mis piernas, depositado en las sábanas de tu amigo.
¿Gemir pensando en otro es ser infiel? Porque estoy gimiendo…
Empiezo a no ver la línea y me doy cuenta de que no me molesta tanto.
Pero, sobre todo, te escucho gemir.
Me estremezco al verte temblar a mi lado, ya que te has acercado a la
cama. Estás parado a un lado, con la verga en la mano dura como una
roca. Me duele el cuerpo de la impotencia, me duele el alma por la falta
de contacto y el coño porque está vacío… Y me duele el dedo porque he
perdido el anillo. Aun así estoy tan excitada que no puedo contenerme, y
me pregunto si un avance más será posible estando tan cerca tu cuerpo
del mío.
- ¿Se puede considerar infidelidad ofrecerte mi culo para que lo huelas?
Te he herido de muerte, y lo sabes…
Elevo las nalgas, hinco las rodillas en la cama y te ofrendo mi culo… tal como siempre quisiste.
Sé que estás a punto de caer, y no sé si podré sostenerte. Provocarte
hasta ese extremo ha sido peligroso, pero sabía que no podía dejar de
ofrecerte mi olor, con lo que te gusta. Tal vez, solo tal vez, sea miedo
lo que brilla en mis ojos, al mismo tiempo que deseo. Pero tú te
inclinas con toda tu mala leche, y me dices, con tu rostro junto a mi
culo, que si no hay roce, no hay pecado…
Y tus palabras
retumban en mi cuerpo mientras te escucho olerme, aspirando fuertemente
mi aroma. Y pareces satisfecho, porque se te ha puesto la polla tan dura
que estoy segura que te falta poco para eyacular encima de mí. Aun
recuerdo tus primeras palabras, cuando nos conocimos…
- Sexo telefónico no se considera infidelidad, ¿no?
- Depende… - te había contestado yo.- Si es solo decirme que me harías o si te tocas mientras lo haces…
- ¿Y qué diferencia habría, si no es a ti a quien mis manos tocan?
- ¿Y a quien tocarías, a tu esposa?
La idea te había encantado… follarme por teléfono mientras te
imaginabas haciéndole lo mismo a tu esposa. Hasta que por fin
conseguiste que me escondiera del mío para correrme con tu boca
perversa… No, había pensado entonces… masturbarme con tu voz no es ser
infiel…
Follar con nuestros respectivos después, con los
olores despertados en los sexos por el otro… Escucharte decirle las
cosas que me has dicho a mí a tu esposa, porque dejas el móvil encendido
en la mesilla de noche. Escucharte gemir por lo que ella te hace,
aunque sea pensando en que es mi coño y mi boca. Y yo… preguntarme…
¿Estoy siendo infiel al escucharte?
Follar con mi marido
haciendo lo mismo… Llamarlo como a ti te gusta que te llame. Gemir para
que me oigas, hacerlo correr de forma sonora para que lo disfrutes tú
desde el otro lado de la línea telefónica. Ponerle tu cara y tus gestos…
ponerle tu morbo y tus actos. Follarte a ti estando con él, dejarme
joder por ti en el cuerpo de tu mujer…
Y ahora… después de
tantas noches haciendo el infiel sin serlo a nuestros ojos; ahora, que
tu polla está tan cerca, tu boca tan dispuesta junto a mi culo y tus
manos se contienen por algo que creo que es más deseo de continuar con
el morbo que por el motivo de sentirte atado por una boda. Mi carne
tiembla por la espera, sin ver hacia donde se inclinará la balanza.
- Cabrona, puta y jodida cabrona…
El punto justo. Ese en el que sé que ya no puedes estar más cachondo.
Ese momento ha llegado. Y tus palabras me han hecho llegar a mí al
orgasmo. Me retuerzo sobre las sábanas a la vez que el calor me hacer
perder la poca cordura que quedaba en mi alma. Correrme contigo al lado,
por lo que me haces sentir, ¿es ser infiel?
Me doy la vuelta y
quedo tumbada hacia arriba. Me deleito con la imagen de tu cuerpo
ardiente y a punto de correrse. La primera vez que lo veo de cerca, y no
por video… la primera vez que te puedo rozar la polla con la punta de
los dedos y llevármela a la boca. Sentir la leche salpicarme el cuerpo,
elegir el lugar donde vas a ensuciarme. ¡Tantas posibilidades! Verte
sujetar ahora la punta a la espera, escuchar tus gemidos, notar cómo te
tiembla la mano.
Y por algún motivo que no consigo entender, cierro los ojos.
Tu leche se derrama en mi abdomen. Plácidos chorros que caen alrededor
de mi ombligo y me calientan la piel me corren por una de las caderas y
la cintura. Tu semen derramado en mi cuerpo por primera vez.
¿Y
esto, será ser infiel? Me da miedo que la pregunta me haya llegado a la
mente justo cuando ya no se puede hacer nada, pero lo cierto es que no
me siento más adúltera que antes de entrar en el cuarto. ¿Dónde estaba
la línea, entonces? ¿Dónde dejó de ser una fantasía? ¿O sigue siéndolo?
- Yo no he sido infiel,- comentas tú, como si supieras en
qué pienso, mientras miras la corrida en mi abdomen. Estás tan seguro de
lo que dices que me preocupa ser entonces yo la única que he pecado.
Porque yo me siento pecadora.
Recojo con dos yemas de los dedos
unas gotas de tu esperma y uno de ellos me lo llevo a la boca. Pruebo
tu sabor y mi lengua se funde con la esencia de tu adulterio, aunque tú
no quieras reconocerlo. Mi saliva impregna el dedo mientras esa gota
deliciosa me desaparece en la garganta. Luego me incorporo, y metiendo
los dedos en mi entrepierna, embadurno el dedo que antes estuvo jugando
con mi lengua. Lo que me ha mojado los labios bajos con tus palabras y
tu imagen ahora resbala por el interior de los muslos, y ahora quiero
entregártelo. Si tú no has sido infiel, yo lo he sido... No sé si al
dejarte verme, al dejarte correr encima o al iniciar el juego en el que
te deseaba. Solo sé que el anillo aun está en la cama y que mi cuerpo
brilla por culpa de tu esperma. Si no me has deseado hasta el punto de
perder la cabeza al olerme el culo y llamarme cabrona eso ya es un
asunto tuyo. Para mí, soy adúltera...
Ahora, mientras me miras
hacerlo sabes que te toca, y que al final, quieras o no quieras, vas a
saborearme. Te entrego ambos dedos… uno con semen y el otro con los
fluidos de mi boca y mi coño. Los dejo justo sobre tus labios, y allí
esperan hasta que con lengua dubitativa los envuelves y los llevas al
interior de tu boca. Allí me pruebas por vez primera también, y siento
que se te pone otra vez tiesa ante la perversión que se te ha ido de las
manos…
- Ahora eres infiel…
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